Caminaba por las planicies de Africa oriental, erguido, sus pies descalzos en travesia por los bosques. Miembro de la especie de Homo erectus, y descendiendo de los Australopitecus anamensis que se paseaban por las mismas planices mas de 4 millones de años atrás. El Australopitecus afarensis siguiendo en la cadena evolutiva, dando paso al Homo Habilis, el inmediato precursor del Erectus. Todos ellos sus predecesores en la larga y lenta cadena de evolucion, de mutaciones geneticas que lo fueron forjando.
Encontró a su pareja esperandolo en el monte. Comieron algo y se recostaron, el resto del clan esparcido por los alrededores. El calor agobiante invitaba al descanso. La visión de su hembra semidesnuda despertó su apetito sexual, y sus avances fueron recibidos por la mujer semi-mono semi-humana en su período fértil. Se revolcaron entre los arbustos durante unos minutos y luego se quedaron dormidos.
Los espermatozoides nadaron unas horas hasta que algunos llegaron a la boca de la trompa derecha, otros a la trompa izquierda. Aca se alojaba el ovulo en su viaje lento hacia el utero y hacia la muerte, salvo que una celula fuerte y resistente, su principe azul, llegara al rescate y le asegurara la vida. Cuatro pececitos tocaron a la puerta en el transcurso de unos pocos segundos y comenzaron su intento de penetrar a su citoplasma. En cuanto el primero lo logró, los cambios químicos en la membrana del ovulo hicieron imposible para los otros la tarea. El material genético fue nadando por el líquido citoplasmatico atraido hacia el núcleo. Se encontró con su contraparte femenina y se unieron fusionando su estructura genética y produciendo la consiguiente mitosis.
A todo esto, un Espectador Supremo se encontraba contemplando en primera fila, y definiendo un pequeño evento que las generaciones subsiguientes llamarían “La Creación”. Un pequeño evento que tendría un profundo impacto en la vida de este animal, y de este planeta perdido en los confines de la Via Lactea. Adan, el primer hombre, el primer individuo de la especie humana. No le habia costado mucho a El darle origen, solo producir esa sutil mutación en el cromosoma 17. Esa mutación genética le dio el alma, la humanidad, y la capacidad para observar y analizar el universo que lo rodeaba.Por primera, o por billonésima vez, en el universo, un ser inteligente, un ser que pudiera intuir Su presencia, sentirla, o negarla.
Encontró a su pareja esperandolo en el monte. Comieron algo y se recostaron, el resto del clan esparcido por los alrededores. El calor agobiante invitaba al descanso. La visión de su hembra semidesnuda despertó su apetito sexual, y sus avances fueron recibidos por la mujer semi-mono semi-humana en su período fértil. Se revolcaron entre los arbustos durante unos minutos y luego se quedaron dormidos.
Los espermatozoides nadaron unas horas hasta que algunos llegaron a la boca de la trompa derecha, otros a la trompa izquierda. Aca se alojaba el ovulo en su viaje lento hacia el utero y hacia la muerte, salvo que una celula fuerte y resistente, su principe azul, llegara al rescate y le asegurara la vida. Cuatro pececitos tocaron a la puerta en el transcurso de unos pocos segundos y comenzaron su intento de penetrar a su citoplasma. En cuanto el primero lo logró, los cambios químicos en la membrana del ovulo hicieron imposible para los otros la tarea. El material genético fue nadando por el líquido citoplasmatico atraido hacia el núcleo. Se encontró con su contraparte femenina y se unieron fusionando su estructura genética y produciendo la consiguiente mitosis.
A todo esto, un Espectador Supremo se encontraba contemplando en primera fila, y definiendo un pequeño evento que las generaciones subsiguientes llamarían “La Creación”. Un pequeño evento que tendría un profundo impacto en la vida de este animal, y de este planeta perdido en los confines de la Via Lactea. Adan, el primer hombre, el primer individuo de la especie humana. No le habia costado mucho a El darle origen, solo producir esa sutil mutación en el cromosoma 17. Esa mutación genética le dio el alma, la humanidad, y la capacidad para observar y analizar el universo que lo rodeaba.Por primera, o por billonésima vez, en el universo, un ser inteligente, un ser que pudiera intuir Su presencia, sentirla, o negarla.
