jueves, mayo 09, 2013

Una brillante explicacion sobre los controles de precios (de Ludwig Von Mises)

El control de precios conduce al socialismo
El gobierno piensa que el precio de un bien determinado, por ejemplo la leche, es demasiado alto; quiere que los pobres tengan la posibilidad de dar más leche a sus hijos. Así recurre a imponer un precio máximo y fija el precio de la leche en un nivel más bajo que el que prevalece en el mercado libre. El resultado es que los productores marginales de leche, aquellos que producen a mayor costo, incurren ahora en pérdidas. Como ningún granjero u hombre de negocios puede seguir produciendo a pérdida, estos productores marginales detienen la producción y venta de leche en el mercado. Usarán sus vacas y sus habilidades para otros propósitos más rentables. Producirán, por ejemplo, manteca, queso o carne. Habrá menos leche disponible para los consumidores, no más. Esto, desde luego, es contrario a las intenciones del gobierno que quería que la leche fuera más accesible para algunas personas. Pero, como resultado de esa interferencia, la oferta disponible cae. Esta medida demuestra ser inútil desde el punto de vista del mismo gobierno y de los grupos que procuraba favorecer. Trae aparejado un estado de cosas que es, nuevamente desde el punto de vista del gobierno, menos deseable que el estado de cosas previo que debía mejorar.
Ahora el gobierno se encuentra ante una alternativa. Puede revocar su decreto y abstenerse de cualquier intento futuro por controlar el precio de la leche. Pero si mantiene su intención de conservar su precio por debajo del nivel que el mercado libre habría determinado, evitando no obstante una caída en la oferta de leche, debe tratar de eliminar las causas que determinan que el negocio de los productores marginales no sea rentable. Debe agregar al primer decreto que se ocupaba del precio de la leche, un segundo decreto que fije los precios de los factores de producción necesarios para la producción de leche en un nivel lo suficientemente bajo como para evitar las pérdidas de los productores marginales de leche, de modo tal que la producción no se vea restringida. Pero la misma historia se repite en un plano más remoto. La oferta de los factores de producción de la leche cae, y el gobierno se encuentra nuevamente donde empezó. Si no quiere admitir su derrota, y abstenerse de cualquier entrometimiento en los precios, debe ir más lejos y fijar los precios de aquellos factores de producción necesarios para la producción de los factores necesarios para la producción de leche. De esta manera, el gobierno se verá obligado a ir cada vez más lejos, fijando paso a paso los precios de todos los bienes de consumo y de todos los factores de producción, tanto humanos, es decir, el trabajo, como materiales y ordenar a cada empresario y a cada trabajador que continúen trabajando a estos precios y salarios. Ninguna rama industrial puede ser omitida en esta fijación completa de precios y salarios, y ninguna puede evadir la obligación de producir aquellas cantidades que el gobierno desea ver producidas. Si algunas ramas fueran dejadas en libertad por el hecho de que producen bienes calificados como no esenciales, o incluso como de lujo, el capital y el trabajo tenderían a desplazarse hacia ellas provocando una caída en la oferta de aquellos bienes cuyos precios han sido fijados por el gobierno por considerarlos, justamente, indispensables para la satisfacción de las necesidades de las masas.
Pero una vez conseguido este control total de los negocios, nada subsistirá de la economía de mercado. Ya los ciudadanos no determinan qué y cómo debe producirse a través de sus compras y de sus abstenciones de comprar. El poder de decidir estas cuestiones recae en el gobierno. Esto ya no es capitalismo, es planificación gubernamental total, es socialismo.